MEDITACIÓN 6

En reflexiones pasadas veíamos que, en el fondo, la realidad es que todos los seres humanos de cualquier época y lugar buscamos lo mismo: felicidad completa y permanente. De tal manera que todo lo que hacemos a lo largo de nuestra vida persigue como fin último ese anhelado estado de bienestar que denominamos felicidad. Ya sea cuando un niño persigue obtener un juguete deseado, o un joven luchar para obtener un trabajo, o un adulto soñar con unirse al amor de su vida. Lo que en realidad subyace tras cada uno de nuestros deseos es colmar la imperiosa necesidad de sentirnos felices.

Pero…

¿Quiere esto decir que cada persona busca la felicidad en un sitio distinto al de los demás?

¿Significa esto que hay infinidad de lugares distintos donde hallar la felicidad?

¿Cada uno debemos encontrar el nuestro?

¿Seguro que es así?

¿Dónde lo busco yo y por qué lo busco ahí?

¿Es ese el lugar adecuado para encontrar lo que busco? ¿Seguro?

¿Por qué es importante dedicar tiempo y esfuerzo en meditar seria y profundamente sobre todo esto?

A continuación narramos un bellísimo cuento que nos ayudará a hacernos las preguntas adecuadas para así poder encontrar las respuestas acertadas y necesarias que nos iluminarán en el confuso camino de la verdadera felicidad.

<<Era un fiel devoto del dios Shiva que caminaba en peregrinación hacia la ciudad santa de Haridwar. Venía desde muy lejos y cada día caminaba desde el alba hasta el ocaso.

Un día, cansado tras una larga y dura jornada llegó a una pequeña aldea en la cual se detuvo para cenar, dormir y al día siguiente continuar. Recién se había puesto el sol cuando la luna comenzó a surgir tras la frondosidad de un enorme baniano. Era una luna llena. Grande como un pandero y de color naranja intenso que enseguida se elevó en el cielo iluminando el pueblo como si fuera de día.

El piadoso peregrino, mientras se dirigía hacia la posada para pernoctar, se encontró a una mujer que afanosamente estaba de rodillas junto a la puerta de su casa buscando en el suelo algo que parecía haber perdido. El buen hombre, aunque estaba agotado del viaje, se acercó a la señora con la buena voluntad de ayudarla.

– Buenas noches señora -saludó el peregrino-. Parece que está buscando algo que ha extraviado -continúo diciendo-. Si me dice qué es lo que ha perdido yo puedo ayudarla a encontrarlo.

Con voz de preocupación y sin apenas levantar la vista del suelo la aldeana contestó:

– Muchas gracias señor. He perdido la moneda que tenía guardada para mañana comprar el aceite del candil que por las noches ilumina mi casa y que se me ha gastado. Así que le agradezco enormemente que me ayude a buscarla.

Pasado un rato de minuciosa búsqueda y sin rastro alguno de la moneda preguntó el peregrino:

– ¿Está usted segura de haberla perdido aquí afuera?

– La he perdido dentro de mi casa -contestó la mujer-. Pero como ya le he dicho no tengo luz para poder buscar dentro. Sin embargo aquí afuera puedo ver con la gran luminosidad de la luna>>.

  • Moneda: simboliza la felicidad.
  • Luz de la luna: simboliza la mente y los sentidos.
  • Interior de la casa donde está la moneda: simboliza la luz de la consciencia de nuestro interior.

Cuando guardamos silencio mental, el maestro interior nos habla así:

Siendo la felicidad el propósito de nuestra vida, qué sentido tendrá ésta si no la alcanzamos por buscarla donde no está.

La felicidad, al igual que la moneda del cuento, puede ser buscada en dos lugares, pero solo en uno de ellos puede ser encontrada. Tan solo puede buscarse dentro de uno mismo o fuera; por lo que no hay infinidad de lugares para buscarla. Conocer esto nos facilita enormemente el poder hallarla.

Tratar de encontrar la felicidad en las cosas, en las situaciones y acontecimientos o, incluso, en personas o seres en general, es buscarla fuera de uno mismo al igual que la señora del cuento que busca fuera de su casa.

Buscar fuera es la tendencia lógica, natural y equivocada del ser humano.

Es lógica y natural porque, como ya sabemos, el cerebro está básicamente diseñado para la supervivencia y no para desentrañar los secretos de la felicidad. Esto hace que nuestro organismo produzca sustancias placenteras cuando cubrimos sus necesidades como, por ejemplo, la de comer cuando se tiene hambre. Así es como la mente interpreta que el estado de bienestar viene de fuera.

De esta manera el niño aprende erróneamente que la felicidad se la proporciona el juguete, el joven creerá que la obtendrá del trabajo y el adulto verá a su amada como fuente de su dicha. Así es como la mente cae en la trampa de creer que la felicidad no depende de uno mismo sino que viene del exterior.

Esto despierta en la mente el deseo de obtener cosas, seres o experimentar situaciones, con la creencia de que al conseguirlas obtendrá la anhelada felicidad. Así, cuando la mente alcanza lo deseado se calma y, cuando se calma, sentimos paz y felicidad.

Pero esta calma es tan efímera como una ola del mar que tras surgir con fuerza, se mantiene un instante para, seguido, desvanecerse y ser sustituida por otra. La mente así atrapada en este engaño, como un niño ante los trucos de un mago, desea una y otra vez con la creencia de que el deseo alcanzado le proporcionará la felicidad que es lo que en el fondo busca.

Esta comprensible pero errónea percepción de la realidad, que nos induce a buscar en el lugar equivocado, nos aboca inexorablemente hacia la frustración y el sufrimiento. Es evidente que la felicidad no puede jamás provenir de fuera de nosotros. No nos la proporcionan los objetos ni las situaciones ni siquiera las personas, ya que no poseen la cualidad intrínseca de proporcionar felicidad; pues, si la tuviesen la proporcionarían siempre y a todo el mundo por igual como le ocurre, por ejemplo, al fuego que posee la cualidad de calentar siempre y a todo lo que es tocado por él. Por lo tanto debemos entender que la felicidad nunca proviene del exterior si no que se forja en nuestro interior mediante una correcta percepción, interpretación de los percibido y actuación consecuente.

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Comentarios 8

  • ¡Bellísimo cuento!

    A la luz de la luna todo parece lo que no es. La pobre luz de nuestra mente, hija de nuestros anhelos, intereses, deseos, creencias, educación, crea realidades ficticias desde las que hablamos, opinamos, juzgamos y obramos, como subidos a un castillo de naipes, hasta llegar a complicarlo todo.

    Seguir el hilo a la inversa, destejer el vestido que nos hemos puesto, desnudarnos, es la labor de nuestra vida para que sea vida.

    No es fácil. Me pierdo continuamente. He descubierto que el desasosiego, el enfado, la tristeza son los indicadores de que estoy perdida y el punto de partida para comenzar el regreso a lo que soy y no veo.

    Me viene a la cabeza una palabra: alumbrar: iluminar, hacer ver pero también: dar a luz, qué belleza transmite la coherencia, qué sabiduría la del lenguaje: iluminar y hacer nacer, dar vida.

    El otro día me enviaron un mensaje de un filósofo que hablaba de la ficción que es la tan manida «libertad de expresión» y él defendía la libertad de pensamiento. ¿De qué sirve poder hablar de todo si no dices más que imbecilidades? decía.

    ¿Cuántas palabras mías al día son imbecilidades? ¿cuántas son búsquedas infructuosas a la errática luz de la luna? La experiencia me demuestra que hasta de las que mas orgullosa (y de esas sobre todo) me siento, tengo que desconfiar.

    Mis mejores deseos para todos y mi profundo agradecimiento a José y Violeta porque su luz
    me alumbra.

  • La felicidad depende de cómo nos tomamos la vida. Podemos ser felices con lo más insignificante. Por lo tanto, no creo que haya que buscar nada. Solo intentar hacer las cosas con entrega, cariño, ilusión y disfrutándolo. Un abrazo

  • ??¡Es tan difícil buscar la felicidad en nuestro interior! Siempre nos quedamos con las cosas exteriores y al final nos sentimos vacíos porque esa felicidad tan esperada no llega. Me gustaría, con vuestras meditaciones, encontrarme a mi misma ..??Gracias por vuestro trabajo y esfuerzo en favor nuestro ??

  • Precioso cuento. Muy aplicable a nuestra forma de vida. Buscar con desasosiego donde no se encuentra lo que buscamos. Todos buscamos o queremos lo mismo como bien comentáis y es ser felices. Además es una aspiración justa. Debemos buscar la felicidad. Al ser felices estaremos más dispuestos a hacer felices a los demás.

    Todo lo que sea acercarse a nuestro yo interior es lo que nos hará más felices. En tocar esa realidad primera que es la misma que tu realidad primera y el todo. La mente nos esclaviza con sus interpretaciones sobre lo que percibimos. El yoga ayuda con sus herramientas a acercarnos a ese punto interior de silencio, de paz, de no identificación, de no apego a través de la medicación. Es un regalo al alcance de todos. Simplemente parar un tiempo, ayudarte con la respiración para mantener esa mente siempre inquieta ocupada hasta que se aburre y no hay mente. No hay necesidad no hay inquietud. Teoría y práctica. Fácil de decir menos fácil de hacerlo bien.

    Comparto estos conceptos que todos conocemos porque cada vez estoy más convencido de ello. Meditar. Parar al menos un instante, ese caballo salvaje que es nuestra mente. Y acercarnos a nuestro yo interior donde está la sabiduría no controlada por la mente y que nos orienta hacia una vida más feliz. Más conectada con el ahora y en una percepción del mundo más clara.

    El peregrino del cuento estaba en el camino. Intentó acompañar a la mujer desasosegada a encontrar el suyo.

  • Efectivamente. Pensamos que la Felicidad proviene del exterior: de las personas que amamos, de los bienes que atesoramos… Nada más lejos de la realidad, porque si nosotros no somos portadores de esa felicidad interior poco o nada podemos hacer por transmitírsela a los demás. Reflexiones como estas son de gran ayuda para conseguirlo.

  • Eso nos pasa … buscamos en el lugar inadecuado.. esperemos emcontrar el lugar preciso y la moneda adecuada …

  • Efectivamente, si se busca la felicidad en escenarios cambiantes y efímeros como son todos lo que nos rodean, esa falsa felicidad también será cambiante y efímera e irá transformándose a la vez que cambien todos esos escenarios y lógicamente no será una auténtica felicidad.
    Encontrar la verdadera felicidad interior es muy muy difícil pero no imposible. La iremos descubriendo poco a poco si la buscamos en nuestro interior, despojándonos de todo lo que realmente no es necesario y nos pueda desviar de la pureza de la vida.
    Es difícil pero hay que intentarlo.

  • La Felicidad la entiendo cuando obtienes resultados positivos de situaciones que uno ha resuelto, bien sea por conseguir lo que une se propone o darle solución a unas circunstancias que vienen por diferentes causas. También uno puede sentirse Feliz cuando su aportación ha servido como ayuda a otras personas para que consigan sus objetivos. Es mi opinión personal

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