MEDITACIÓN 8

Cuando era niño y miraba mi rostro en el espejo, pensaba y sentía claramente que lo que estaba viendo era yo. Ahora, tras haber pasado muchos años, vuelvo a mirarme y ya no veo esa cara, pues hace tiempo que desapareció. El cuerpo que veía de niño y que identificaba como yo, ya no está. Como tampoco gran parte de sus vivencias, pensamientos y sentimientos con respecto a las cosas, seres y acontecimientos. Sin embargo, aunque cada vez que me he mirado al espejo he visto una mente y un cuerpo distinto, yo sigo sintiéndome yo. Un yo  que ha permanecido inmutable en un cuerpo que está constantemente muriendo y naciendo.

Esto no es poesía ni metafísica. Es la realidad. Cada vez que comemos o respiramos, una parte del universo pasa a formar parte de nuestro cuerpo. Con cada simple inspiración  se introducen en nuestro organismo 1022 átomos de oxígeno, hidrógeno, carbono… que formarán parte de las células que lo configuran. Y en cada espiración expulsamos igual cantidad de partículas procedentes de nuestro corazón, hígado, huesos etcétera. Esto hace que nuestro cuerpo esté en constante intercambio material con el exterior. De tal manera que, según estudios matemáticos con radioisótopos, en la actualidad cada uno de nuestros cuerpos está formado por aproximadamente un millón de átomos que formaron parte de, por ejemplo, el cuerpo de Budha, Aristóteles, Mahoma o Jesucristo.

El 98% de los átomos de nuestro cuerpo se renuevan cada año; por lo que cada cumpleaños estrenamos un cuerpo completamente nuevo. Cuando en breve nos reencontremos en clase es posible que vistamos la misma ropa de hace 3 meses, pero no el mismo cuerpo, pues éste ya se habrá reciclado. Sin embargo, a pesar de esta evidencia, cuando me miro al espejo sigo viendo el yo de siempre.

La ciencia ha demostrado que la naturaleza esencial del mundo material es: que no es material.

Entonces…, cuando digo <<mi cuerpo>> ¿a qué cuerpo me estoy refiriendo? Y cuando digo <<yo>> ¿a qué yo me estoy refiriendo? ¿Qué o quién es ese yo que dice: yo?

A continuación te narramos un bello cuento que te ayudará a encontrar las respuestas a estos eternos interrogantes.

<<En un antiguo reino de la India había un rey que, siendo ya muy anciano, reunió a sus tres hijos y les dijo:

-Queridos hijos. Mis días de reinado están llegando a su fin y pronto abandonaré este cansado cuerpo. Antes de que esto ocurra, es mi deseo elegir al más capacitado de entre vosotros para que ocupe mi lugar cuando Yama, dios de la muerte, me llame.

El anciano monarca, para elegir al más apto de los tres, les pidió que le acompañasen hasta la fragua del palacio. Una vez allí el monarca colocó su bella corona de oro sobre el yunque del herrero y, cogiendo el martillo, dijo a su hijo mayor:

-Querido hijo. Toma el martillo y golpea la corona hasta dejarla irreconocible.

El primogénito, con cara de sorpresa y pensando que su padre había perdido el juicio, contestó:

-Señor. Esto es la corona real y, por lo tanto, no puedo destruirla.

El monarca, ante la debilidad de su hijo, pidió lo mismo al segundo de sus vástagos el cual contesto:

-Amado padre. Esa corona representa a este reino, por lo que yo tampoco tengo valor para hacerla desaparecer.

Así le llegó el turno al menor de los hijos quién con decisión y mente clara agarró el martillo con sus manos y golpeó la corona hasta convertirla en un amasijo de metal de oro.

-Querido hijo -dijo el monarca-. Recoge los trozos de oro y llévalos al orfebre para que te haga la nueva corona que tú llevarás como próximo rey. Pues solo tú has comprendido que el oro, por mil formas que adopte, siempre es oro>>.

Ante esto, la luz discernidora del maestro interior nos dice:

El oro, independientemente de que ayer se manifestase como pepita, hoy como corona o mañana como anillo, en el fondo, sigue siendo oro. Su naturaleza permanece invariable por muchas formas que adopte.

Quién ve el oro como corona y no como lo que en realidad es, cuando ésta se transforme en otra cosa, sufrirá. Pero quien la ve como oro no sufrirá en absoluto, pues para esta persona seguirá siendo oro, que es lo que siempre ha sido y será, por mucho que cambie de aspecto.

De igual manera, quien mirándose al espejo se identifica con el cuerpo que ve, cuando éste se marchite por el paso del tiempo y esté próximo a desaparecer como tal, sufrirá. Pero quien mirándose así mismo vea al Ser perenne e invariable, que porta un cuerpo transitorio, estará libre de todo sufrimiento.

Así es como el Ser, por mucho que se manifieste en infinidad de apariencias distintas, al igual que ocurre con el oro, siempre es el Ser omnipresente, inmutable y eterno.

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Comentarios 9

  • Cuando digo «mi cuerpo» me refiero a un «contenedor» que puede ser unas veces caja, maleta, mochila……. Y es a través de él que experimento las emociones, alegrías y tristezas, logros y fracasos. Es ese lugar, contenedor de experiencias, que vamos llenándolo a lo largo de la vida. Al principio lo llenamos de padres, aprender a comer, andar, sonreír, ver, oír, hablar… Lo llenamos con amiguitos, maestros, más aprendizaje, juegos, trabajo… Y lo llenamos con el enamoramiento, más amigos, compañeros, vecinos… Crecemos en todos y con todos los sentidos. Ese cuerpo no es inmutable y el contenido «YO» tampoco. El cuerpo es evolución y el Yo crecimiento.

  • En nuestra cultura es muy difícil aceptar que nuestro yo, no es el yo que creemos ser; al menos para mi. Los cambios, no solo físicos, me influyen sobre manera. Espero y deseo poder ir aceptando a mi «nuevo» yo. Sé que me va a costar, pero voy a intentarlo.

  • Pues entonces también forman parte de nosotros los átomos de especies que ya han desaparecido, como los dinosaurios. Nada nos blinda como especie y el peligro de no saber verlo puede suponer nuestra desaparición. Lo que no sería sino la consecuencia final de nuestros actos.

    Sin embargo, si utilizamos el conocimiento que la ciencia nos aporta es evidente que lo que hemos hecho hasta ahora hace tiempo que está destruyendo este planeta y sería necesario cambiar nuestros actos si queremos conseguir resultados distintos.

    Como el hijo pequeño del rey: romper las formas (los modos de actuar) puede suponer en nuestro caso salvar la esencia (nuestra vida en este planeta, en el supuesto más inmediato)

    Tampoco me parece a mi que a la vida nosotros podamos hacerle mucho mas que cosquillas pero sería un verdadero progreso de la inteligencia y de la responsabilidad con nosotros mismos.

    Una vez mas el bien del otro se revela como el de uno mismo como no podía ser de otra manera si la separación de lo que somos es sólo aparente, si la esencia es la misma.

    ¿Qué es el bien del otro?

  • El Ser es lo que se es y las transformaciones son el estar. A veces los confundimos; pero, es la vida misma. Muchas gracias.

  • Como bien dices, y especialmente después de estos meses, nuestro ser ha cambiado, por dentro y por fuera. Pero es de suma importancia sentirse bien con el ser que somos (cuerpo y mente) y para ello la clase de ayer fue de gran ayuda. Muchas gracias.

  • La clase de ayer fue de gran ayuda. Muchas gracias

  • Una historia y reflexión muy interesante.
    Y qué lejana de nuestra sociedad q rinde un culto lleno de tristeza a la muerte.
    Creo q si estas enseñanzas fueran las nuestras, entenderíamos la enfermedad y la muerte como algo q forma parte de la vida, sin darle todos esos sentimientos negativos con los que los acompañamos.
    Ni me puedo imaginar la cantidad de problemas q se hubieran eliminado de nuestros pensamientos, si tuviéramos esta visión.
    Habrá q intentar difundir estos pensamientos.
    Muchas gracias

    • El amor por los que perdemos nos pone tristes; esto también es una realidad. Las emociones no se niegan, se viven. Así nos adaptamos a los cambios. Amar lleva consigo sentir; y esto es algo natural, es parte de la vida, como el sufrir. Las emociones existen, no veo necesario clasificarlas, solo sentirlas.

  • El cambio está implícito en la vida. No hay lugar para la resistencia a un proceso natural, es evolución.
    La esencia del yo cambia porque aprende de las experiencias vitales, de todas. Y somos eso, esencia y experiencias.

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