MEDITACIÓN 10

Ayer vi un documental sobre la India en el cual el narrador trasmitía un país anárquico y desordenado que funciona sin norma alguna. Pero lo cierto es que tras ese aparente caos hay normas establecidas, no escritas y distintas a las nuestras.

Entonces pensé que lo mismo ocurre cuando, sin el conocimiento adecuado, tratamos de comprender el aparentemente caótico mundo de una selva, del universo con todos sus elementos o el microcosmos incomprensible de partículas subatómicas.

Incluso la vida humana, como parte del cosmos que es, se rige según unos patrones derivados de las leyes que mantienen el orden establecido en el universo desde el Big Bang. De tal manera que nada se produce por azar ni tampoco por voluntad; sino que todo parece estar sujeto a un orden predeterminado. Bueno…, en realidad todo, todo, no. Pues de entre todas las fuerzas existentes en el universo entero hay una muy particular, distinta al resto, generada por el cerebro humano, a la cual llamamos voluntad, que es impredecible porque nos permite elegir. Elegir entre un camino y otro, y actuar de una manera u otra. Fuerza de voluntad de la cual nace el libre albedrío. Una fuerza, fuera de la norma, que te invito a desgranar a partir del siguiente cuento:

Buda -al igual que le ocurrió a Jesús con los fariseos y los saduceos, y en general a todos los grandes pensadores- era con frecuencia puesto en aprietos filosóficos por filósofos que interpretaban la realidad de forma distinta.

Un día, un joven y arrogante filósofo determinista se acercó a la explanada donde Siddharta hablaba a la muchedumbre, con la intención de ponerle en evidencia. Cuando el joven llego Buda estaba diciendo:

-Las apariencias nos dicen que solo existe lo que nuestros sentidos perciben, por lo que solo podemos creer lo que nuestros ojos ven. Pero yo os digo que solo vemos lo que creemos. De tal forma que las creencias que alberga el cerebro de cada cual crean la realidad, y en función de esa realidad elegimos lo que queremos vivir y así forjamos nuestro destino.

Cuando el Iluminado hubo terminado su prédica, el joven se le acercó con intención de ponerle en evidencia ante la multitud y, atrapando una mosca al vuelo con gran habilidad y poniendo el puño en alto le dijo:

-Maestro. Tú qué dices conocer la realidad que se esconde tras la apariencia, dinos si la mosca que llevo en la mano está viva o muerta.

El joven malicioso tenía pensado matar la mosca si Buda contestaba que estaba viva y soltarla si decía lo contrario. Tras la pregunta se produjo un silencio sepulcral en toda la explanada, hasta que Siddhartha, mirando a los ojos del joven con sincera comprensión y profunda ternura, contesto:

-Amado buscador de la verdad: tu destino, al igual que la vida del animal, está en tu mano.

Y dirigiéndose hacia todas las personas que con gran atención le escuchaban concluyó diciendo:

-Cuando con sinceridad meditamos sobre esto, escucharemos la voz de nuestro maestro interior que nos dice: la humanidad toda, en el viaje de nuestra vida, está determinada por el medio en el que viaja, así como por la dirección y la velocidad a la que lo hace. Pero cada ser humano somos libres para elegir si deseamos viajar dormidos o despiertos.

Será bueno para ti que medites sobre todo esto, y para los demás que plasmes tus ideas en el recuadro que para tal fin hay más abajo, donde pone: Mensaje